La tierra no habla pero se manifiesta con gestos: incendios, inundaciones, terremotos, sequías, ríos que se convierten en riachos, polución ambiental, exterminio de especies, entre otras tantas calamidades. Nadie se hubiera imaginado hace dos años a un planeta paralizado por una pandemia, con los habitantes con barbijo y con el semejante como el enemigo que trasmite la enfermedad. El calentamiento global es una amenaza de la que nos vienen advirtiendo desde hace mucho tiempo, pero que buena parte de la población la ha considerado como esos pronósticos apocalípticos que cada tanto anuncian profetas truchos, muy lejos del conocimiento científico, día y hora del fin del mundo. Pero la posibilidad de enormes calamidades en plazos cercanos ya no es un mero vaticinio sino algo a considerar con seriedad. En ese marco, hay organizaciones ecologistas que tienden a exigirles precauciones a los países subdesarrollados que contaminan, mientras eximen o las tornan benignas a los países desarrollados mucho más responsables del calentamiento global.
Según la periodista Elizabeth Pontoriero: “De acuerdo con el último informe presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el calentamiento global está avanzando más rápido de lo que se había previsto y se espera que para 2030 la temperatura del planeta aumente en +1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, lo que provocará cambios “irreversibles” en el clima, como la intensificación de las olas de calor, el derretimiento de los polos y más inundaciones. Además, aseguraron que las medidas que se tomen, y que deberán implementarse “inmediatamente”, tan solo servirán para retrasar unos años más la devastación. En el documento elaborado por el IPCC, órgano internacional creado en 1988 por el Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización Meteorológica Mundial con el fin de evaluar y brindar información científica sobre los avances y políticas acerca del cambio climático y sus consecuencias, se expresó que, si no se toman medidas colectivas en el corto plazo, los “efectos demoledores” del clima que estamos viendo ahora en el planeta se van a intensificar en todas las regiones en las próximas décadas y serán irreversibles. Durante 2015, la comunidad internacional se comprometió a cumplir con el Acuerdo de París, en el que se estableció limitar el calentamiento global en un umbral de +2 °C o de +1,5 °C para 2050. Sin embargo, según los últimos datos del grupo de la ONU, en mucho menos de 20 años ya estaremos alcanzando esa temperatura, con consecuencias “caóticas” para el planeta.”
Mientras las consecuencias no se traduzcan en limitaciones en la vida cotidiana, la concientización quedará limitada a sectores reducidos, fundamentalmente jóvenes. Algunos de esos efectos parecen golpear a las puertas de la Argentina. El Paraná pierde caudal y se decreta la emergencia hídrica. Decenas de ciudades pueden padecer problemas en el abastecimiento de agua potable y en el suministro de energía. Yacyretá trabaja a la mitad de su potencialidad.
La principal vía de salida de las exportaciones empieza a no permitir la navegación de barcos de gran calado y por lo tanto a disminuir el flujo normal de divisas que ingresan al país.
LA POESÍA ADELANTA EL FUTURO
Joan Manuel Serrat, el notable cantautor catalán, la banda sonora de la vida de muchos, entre los que me incluyo, adelantó hace muchas décadas el escenario ecológico actual, con su canción PADRE:
“Decidme qué/ Le han hecho al río/ Que ya no canta/ Resbala como un barbo/
Muerto bajo un palmo/ De espuma blanca/ Padre/Que el río ya no es el río
Padre/ Antes de que vuelva el verano/Esconda todo lo que tiene vida/ Padre/ Decidme qué le han hecho al bosque/ Que no hay árboles en invierno/ No tendremos fuego/ Ni en verano sitio/ Donde resguardarnos Padre/ Que el bosque ya no es el bosque/ Padre /Antes de que oscurezca Llenad de vida la despensa/ Sin leña y sin peces, padre/Tendremos que quemar la barca Labrar el trigo entre las ruinas, padre/ Y cerrar con tres cerraduras la casa Y decía usted/ Padre/ Si no hay pinos/ No se hacen piñones/Ni gusanos, ni pájaros Padre/ Donde no hay flores/ No hay abejas/ Ni cera, ni miel/ Padre/ Que el campo ya no es el campo/ Padre/ Mañana del cielo lloverá sangre/ El viento lo canta llorando/ Padre/ Ya están aquí/ Monstruos de carne/ Con gusanos de hierro/ Padre/ No tengáis miedo/ Decid que no/ Que yo os espero/ Padre/ Que están matando la tierra”
LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
Eran para nuestra cultura tributaria de los conquistadores, primitivos, salvajes, bárbaros. Y había aspectos que daban asidero, como el canibalismo azteca, pero indudablemente cada uno es prisionero de su formación cultural que a veces permite comprender al diferente y en otros estigmatizarlo. Como podemos observar hoy a los fundamentalistas de todas las religiones, desde una perspectiva laica. Pero había algo que esos pueblos “primitivos”, con y sin comillas tenían claro: en lo cercano que la tierra, la Pachamama era en buena parte el soporte de la vida posible. Y que el planeta era lo que se recibía de los padres y debían conservarlo para dejarlo a sus hijos. El arqueólogo Hugo Yacobaccio, docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet, afirmó que «la Pachamama es una deidad” Es un dios femenino, que produce, que engendra.
Eduardo Galeano escribió sobre civilización y cultura: “¿Civilización? La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur. No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América… Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial:
¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.
¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.
¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de riqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.
¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.
¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.
¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.
¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer? Porque son incapaces de dominar sus instintos.
¿Aman cuando sienten deseo? Porque el demonio los induce a repetir el pecado original.
¿Es libre la homosexualidad? ¿La virginidad no tiene importancia alguna? Porque viven en la antesala del infierno.
Como se ve civilización y barbarie son conceptos endebles, conforme desde qué lugar se observe.”
Por todo eso en otra oportunidad escribió Eduardo Galeano: “Desde que la espada y la cruz desembarcaron en tierras americanas, la conquista europea castigó la adoración de la naturaleza, que era pecado de idolatría, con penas de azote, horca o fuego. La comunión entre la naturaleza y la gente, costumbre pagana, fue abolida en nombre de Dios y después en nombre de la Civilización. En toda América, y en el mundo, seguimos pagando las consecuencias de ese divorcio obligatorio.”
LA TIERRA GRITA
Según un informe del Banco Mundial la perdida de activos por inundaciones y el impacto de las sequías en los rendimientos no es un desafío a largo plazo, es urgente. El Río Paraná alcanzó su nivel más bajo de medio siglo y pronostican que estas situaciones serán padecidas con mayor frecuencia. El Paraná que nace en Brasil, recorre el Paraguay, surca la Argentina y recorre 5000 kilómetros para volcar sus aguas en el Río de la Plata, es el segundo más largo de América del Sur, detrás del Amazonas y el 14° a nivel mundial. Su caudal histórico de 16000 metros cúbicos por segundo está reducido a la mitad.
Es por eso qué Yacyreta opera al 50% de su capacidad, y puede afectar también la Central Nuclear de Atucha que trabajando a pleno consume 30 metros cúbicos de agua por segundo.
Contaminación, deforestación, envenenamiento con agrotóxicos, falta de rotación en los cultivos, desaparición de especies, incendios, sequías, inundaciones.
“¿Qué conexión, se pregunta la periodista Marina Aizen, existe entre el perfume de las flores de la Amazonia con la lluvia que cae en invierno en Buenos Aires? La respuesta parece tan mágica como intrigante la pregunta. Y la explicación son los ríos voladores. Estos no son personajes de cómics, superhéroes con cápita que viajan por el aire con el puño en alto, sino grandes masas de agua que se desplazan en forma de vapor desde la selva, un fenómeno que ocurre gracias a una conjunción de factores: la inmensidad de la riqueza biológica del bosque, la luz solar, los vientos y la potente pared de 6 mil metros llamada cordillera de los Andes.” Y se contesta: “Todo eso hace posible la vida que conocemos y a las que casi no le prestamos atención: desde cosas mínimas, como chapotear en la vereda, plantar cultivos cuando hace frío o tomar tranquilamente agua que viene del Río de la Plata, confiados en su eterno caudal voluminoso.”
Pero la vida que conocemos parece no ser la vida del futuro. Escribió Eduardo Galeano: “En cierto modo, se podría decir, los derechos humanos abarcan a la naturaleza, porque ella no es una tarjeta postal para ser mirada desde afuera; pero bien sabe la naturaleza que hasta las mejores leyes humanas la tratan como objeto de propiedad, y nunca como sujeto de derecho. Reducida a mera fuente de recursos naturales y buenos negocios, ella puede ser legalmente malherida, y hasta exterminada, sin que se escuchen sus quejas y sin que las normas jurídicas impidan la impunidad de sus criminales. A lo sumo, en el mejor de los casos, son las víctimas humanas quienes pueden exigir una indemnización más o menos simbólica, y eso siempre después que el daño se ha hecho, pero las leyes no evitan ni detienen los atentados contra la tierra, el agua o el aire.”
La socióloga, licenciada en filosofía, investigadora y escritora Maristella Svampa escribió: “El capitalismo está tocando los límites naturales y ecológicos del planeta. Los recursos son finitos. Los impactos de la explotación y del modelo de apropiación ponen en riesgo, cada vez más, la continuidad o la sostenibilidad de la vida”
En plena campaña electoral, el tema ecológico no está en la agenda o sólo figura como un título. Unas muy gratas excepciones, la configuran el primer candidato a diputado de la Capital del Frente de Todos Leandro Santoro y la Presidente del Partido Verde Silvia Vázquez.
EN PRIMERA PERSONA
Nací y viví 18 años en Entre Ríos. En la materia Historia del primer año del secundario cursado en Concordia, referida a la antigüedad, me enseñaron que la región encerrada entre los ríos Éufrates y Tigris se llamaba Mesopotamia, por lo que me permitió trasladar el concepto al territorio que habitaba entre los ríos Paraná y Uruguay, los que abrazaban cariñosamente a las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Tuve vínculos lejanos con el Paraná pero estrechos con el Uruguay, en cuyas aguas transparentes me bañé, ya sea en Colón o en el Parque Nacional El Palmar. Conocí las islas de arenas limpias que quedaban al descubierto en alguna bajante, un río manso que podía ser peligroso cuando crecía desmesuradamente como en la gran creciente del año 1959, donde pasó de una altura de 3 a 4 metros a 19 y estuvo cerca de evacuarse la ciudad de Concordia, por entonces una pujante ciudad citrícola e industrializadora de la fruta. En la década del cincuenta Entre Ríos permanecía aislada por eso ríos queridos, hasta que el túnel subfluvial unió a Paraná con Santa Fe el 13 de diciembre de 1969 y más tarde el puente Zárate- Brazo Largo inaugurado el 14 de diciembre de 1977, permitió conectar con la provincia de Buenos Aires. Por una cuestión de presunta estrategia militar se tardó en pavimentar las rutas principales ante un hipotético conflicto con el Brasil. Para un entrerriano, sus dos ríos que circundan la provincia son parte de la familia. Aprendí del Uruguay como dice una zamba que no es un río sino un cielo azul que viaja, y por sus tierras fértiles donde se cultiva el trigo, el maíz y la soja y se inundan terrenos para sembrar arroz, todavía se puede uno imaginar a Francisco Ramírez perdiendo la vida para defender a su Delfina, “aquel amor rezagado; o mucho antes cuando con Estanislao López usaron, al decir de Félix Luna de palenque la misma Plaza de Mayo. Sobre ese Río Uruguay se construyó la Represa Hidroeléctrica de Salto Grande (1979) y muchos años después el conflicto con Uruguay por una pastera. El Paraná ha empezado a dejar en descubierto sus entrañas y en muchos lugares donde había agua hay bancos de arena. No lo quiero ver agonizar al Paraná en esa tierra que guarda la memoria de mis abuelos, de exiliados rusos transformados en gauchos judíos o mis padres que regaron la tierra, con sudor y esfuerzo, y cuyos restos han quedado guardados en una tierra tan fértil como maltratada.
PERÓN Y LA ECOLOGÍA
El 25 de mayo de 1973, parecía que la revolución tan ansiada se paseaba por la Plaza de Mayo. Una multitud conformada por jóvenes militantes y de veteranos de todas las batallas, abanderados de un pueblo esperanzado llenaba la histórica plaza donde los argentinos dirimimos nuestras diferencias. Asumía una fórmula conservadora, Cámpora Solano Lima, arrastrada por el vendaval que tuvo como hito el Cordobazo del 29 de mayo de 1969, sobre cuya energía volvió Perón un esperado 17 de noviembre de 1972, después de protagonizar una partida de ajedrez notable con el inteligente y audaz militar que fue Alejandro Agustín Lanusse. Ingenuamente se pensaba que la historia siempre iba en una dirección sin retrocesos y contramarchas. En su segundo regreso, este si definitivo, con la tragedia de Ezeiza como prólogo de un conflicto que atravesó la tercera presidencia de Perón, pero que tuvo avances muy significativos, el viejo y enfermo caudillo, trajo de España, su atalaya europeo, el tema de la ecología que como la democracia no eran conceptos ni enunciados ni asimilados. Así, ante la sorpresa de los jóvenes que esperaban que en sus palabras se alojaran y proyectaran las transformaciones estructurales, Perón expresó: “La lucha por la liberación es en gran medida también, la lucha por los recursos y la preservación ecológica y en ella estamos empeñados”
Previamente y desde su exilio español, el 16 de marzo de 1972, publicó su “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” en donde se puede leer: “Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobrestimación de la tecnología.
Es necesario revertir de inmediato la dirección de esa marcha, a través de una acción mancomunada internacional. Tal concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo podrá transformarse en la acción necesaria a través de los dirigentes políticos.
El ser humano ya no puede ser concebido independientemente del medio ambiente que él mismo ha creado. Ya es una poderosa fuerza biológica, y si continúa destruyendo los recursos vitales que le brinda la Tierra sólo puede esperar verdaderas catástrofes sociales para las próximas décadas. Inventó el automóvil para facilitar su traslado, pero ahora ha erigido una civilización del automóvil que se asienta sobre un cúmulo de problemas de circulación, urbanización, seguridad y contaminación en las ciudades, y que agrava las consecuencias de su vida sedentaria. Las mal llamadas «sociedades de consumo» son, en realidad, sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto. Se despilfarra mediante la producción de bienes innecesarios o superfluos, y entre éstos, a los que deberían ser de consumo duradero con toda intención se les asigna corta vida porque la renovación produce utilidades. No menos grave resulta el hecho de que estos sistemas sociales en los países tecnológicamente más avanzados funcionan mediante el consumo de ingentes recursos naturales aportados por el Tercer Mundo.”
DESARROLLO Y ECOLOGÍA
Es una pareja tan imprescindible como desavenida que deben encontrarse en algún punto de la historia el equilibrio necesario. El mercado sólo piensa en la ganancia y no está entre sus preocupaciones la salud del planeta. La ecología en un extremo sólo piensa en la salud ambiental planetaria sin reparar en los recursos necesarios que están en la tierra y que deben ser explotados con técnicas no contaminantes. El capitalismo lleva en su ADN la depredación pero el socialismo real no ha exteriorizado una genuina preocupación para la conservación de la casa común. Tal vez se deba aplicar aquella vieja frase sobre justicia social y libertad que dice: “En nombre de la libertad no se debe sacrificar la justicia social”, como “En nombre de la justicia social no se debe sacrificar la libertad” cambiándolo en este tema por: “En nombre del desarrollo económico no se debe sacrificar el cuidado ecológico del medio ambiente, como el cuidado del medio ambiente no debe sacrificar el desarrollo económico” Esto lleva a un replanteo de la forma de producir y de consumir.
No hay en el sistema solar ningún planeta con condiciones mínimamente habitables y los que están más lejos son inalcanzables para ir a asentarse en ellos. Cualquiera de ellos por sus extremas condiciones inhóspitas, convierte al Ártico, Siberia o la Antártida en playas caribeñas.
Que hay importantísimos intereses en juego lo demuestra las dificultades de que salga la ley que protege a los humedales. Estos promueven la biodiversidad, control de crecidas, recarga las aguas subterráneas y mitiga el cambio climático. Amortigua los impactos de las lluvias y almacenan más carbono que ningún otro ecosistema. Son los grandes aliados contra el cambio climático. Argentina cuenta con 600.000 kilómetros de humedales, el 21,5% de la superficie del país. Son terrenos baratos y por eso muy apetecibles por los barrios cerrados. En la zona del Delta, esos emprendimientos ya se llevaron más de ocho mil hectáreas de humedales.
La ley de Humedales se viene tratando desde 2013 y perdió estado parlamentario en el 2015. El 20 de noviembre del 2020, impulsado por organizaciones ambientalistas se consensuó 15 textos previos, en un proyecto unificado de Ley de Humedales. Sólo obtuvo dictamen en la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente de la Cámara de Diputados
La Presidenta del Partido Verde Silvia Vázquez, declaró a la Letra P que el Ministerio de Ambiente conducida por Juan Cabandie “está pintado” y que “Horacio Rodríguez Larreta promueve desarrollos urbanos en zonas que para el 2050 o antes estarán inundadas”.
Finalmente es importante recordar que los humedales desaparecen más velozmente que los bosques aún cuando capturan más carbono.
¡SOCORRO! ¡ME ESTÁN MATANDO!
La tierra grita pero el alarido no es escuchado. Los que deben, deberíamos, recibir el mensaje permanecemos sordos. Es tan inútil como clamar que un texto atribuido al brillante autor teatral Bertolt Brecht pertenece a Martín Niemöller, quien fue presidente del Concilio Mundial de Iglesias Protestantes donde pronunció el texto atribuido al dramaturgo alemán. En 1967 recibió el Premio Lenin de la Paz y en 1971 la Cruz Alemana al Mérito.
Del texto mencionado hay varias versiones. Elijo una:
“Primero vinieron por los comunistas y no dije nada,
porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada
porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada
porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada
porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí, pero para entonces
ya no quedaba nadie que dijera nada.”
Parafraseando a Niemöller se puede decir:
Primero arrasaron a la Amazonia, pulmón del planeta
Pero no me importó porque la Amazonia está lejos
Luego talaron los bosques en el Chaco, en Salta, en Jujuy
Pero no me importó porque no me afectaba en mi vida cotidiana
Luego contaminamos el Riachuelo, el Rio de la Plata, el Reconquista,
Pero no me importó porque yo sigo teniendo agua corriente
Luego me contaron que en China la contaminación no permite ver los crepúsculos
Pero no me importó porque era un problema de los chinos
Mas tarde me informaron de la desertización de los suelos
Pero no me importó porque lo que yo necesitaba estaba en las góndolas.
Luego me hablaron del calentamiento global como un problema de la humanidad.
Pero no me importó porque me pareció exagerado, algo parecido a los que cada tanto anuncian el fin del mundo.
Hoy me anuncian la alerta ambiental, porque el Rio Paraná tiene cada vez menos agua y la posibilidad de restricciones fuerte en materia de electricidad y agua potable.
Ahora si me importa, escucho el grito de socorro de la tierra, pero me pregunto si no será demasiado tarde.