Por: Hugo Presman (conductor de «El Tren»)
José López ha resultado una bomba neutrónica al interior del peronismo. Ya “la Rosadita” que implicó a Lázaro Báez, finalmente detenido junto con el descubrimiento de una cantidad incontables de propiedades, fue abonando la rispidez de un camino propagado en cadena nacional por los antiguos medios opositores, hoy devenidos en periodismo militante oficialista. Para ser más precisos: siempre fueron militantes, lo que ha cambiado es su rol de medios opositores a alegremente oficialistas. Lo obsceno del caso López, sumado a la sentencia firme por corrupción sobre Ricardo Jaime, las denuncias sobre el ex Secretario de Energía Daniel Cameron, los tres con cargos de secretarios en el ámbito de Julio De Vido, lo dejan en situación muy débil al actual diputado que no tuvo el gesto ejemplificador de ponerse voluntariamente a disposición de la justicia. Pero tiene un as de espadas: posee todo el mazo de los beneficiarios de obras públicas que puede arrojar al rostro de los que posan hoy como inalcanzables. El caso Lázaro Báez está relacionado con este ministerio, lo que deja en carne viva a este grupo de colaboradores históricos del kirchnerismo. Los tres vienen de trabajar más de tres décadas con Néstor Kirchner y Cristina Fernández, por lo que la coartada de que son delincuentes aislados o la aún más disparatada que López fue infiltrado, atentan contra el sentido de la lógica más elemental. A esto se agrega que el caso Hotesur (de los hoteles de la familia Kirchner) siempre tuvo, como afirmé reiteradamente, una debilidad sugestiva que conforma un cuadro que arrincona al kirchnerismo y deteriora significativamente al peronismo. Si a esto se suma que Cristina Fernández, ya sea por su situación judicial o por una decisión mucho más amplia de renunciar a intervenir en la reestructuración del PJ -lo que puede entenderse- sumado a su “exilio” en el Calafate con relación a sus propios seguidores, potencia la dispersión de su fuerza. Su aislamiento actual es una prolongación del que inició a partir del 54% de los votos, reduciéndose a hablarle fundamentalmente a su núcleo duro. Un movimiento que hizo de la Plaza de Mayo su origen, desarrollo y consolidación se redujo simbólicamente a los militantes que poblaban los patios internos de la Casa Rosada.
Pero como la realidad es dialéctica, Cristina Fernández es a contrario sensu de lo dicho, el único político actual que pudo reventar la Plaza de Mayo como sucedió inéditamente en su despedida el 9 de diciembre del 2015, volvió a juntar una multitud considerable en abril del 2016 en Comodoro Py y en su nuevo regreso el 2 de julio. Es que el kirchnerismo consumó en doce años una larga cadena de aciertos, que va de una mejoría en la distribución del ingreso a una notable ampliación de derechos, pasando por un restablecimiento del orgullo nacional expresado desde el no al ALCA a la política exterior con orientación latinoamericana; por el desendeudamiento notable con relación al PBI; por una desocupación reducida, sumado ello a políticas favorables para la pequeña y mediana empresa y promoción de aquellas industrias devastadas por el menemismo. Hay dispersión arriba, en sus dirigentes y legisladores del Frente para la Victoria y no en su base de sustentación, en ese sector del pueblo estimado en el 25 o 30% que representa el apoyo que mantiene Cristina Fernández.
Todo ello se está desmontando en forma brutal con la corrupción usada como anestésico, mientras que el pus de la corrupción del macrismo salta desde un gabinete y colaboradores con 22 incompatibilidades, el intendente de Lanús Héctor Grindetti, en su momento con pedido de captura de Interpol y ahora con empresas off-shore; con trayectoria de intimidad con el macrismo desde SOCMA a ser el Secretario de Hacienda en los ocho años del hijo de Franco al frente de la Ciudad de Buenos Aires, situación con mucho paralelismo con el caso López en lo referente a la cercanía con los respectivos presidentes. La tarea de demolición presente es disimulada por el momento por un canallesco silencio de la prensa y los medios oficialistas, que son una aplastante mayoría. Pero mientras la corrupción kirchnerista es expuesta las 24 horas, los Panamá Papers que son un escándalo mundial, en la Argentina “inserta en el mundo” permanece semi ignorado. El poder económico cuyo predominio surge de la apropiación, el robo y el despojo, se viste de blanco y dispara sobre el kirchnerismo, no por lo que encuentra de corrupción, sino por los avances que sobre algunos de sus componentes realizó. Eso es lo que lleva a la Sociedad Rural a concretar 11 asados para celebrar los 150 años de su fundación y el fin del kirchnerismo. Otra vez la realidad es dialéctica: el kirchnerismo afectó su renta no así la propiedad, pero la Sociedad Rural celebra la caída del kirchnerismo como si éste los hubiera expropiado.
Pero que la Sociedad Rural celebre públicamente la finalización del kirchnerismo es un elogio para la década cualquiera sea la calificación que elija el lector. Y que Carlos Pagni escriba en tapa de La Nación del 4 de julio que “La corrupción y el desbarajuste administrativo del elenco que gobernó al país entre 2003 y 2015 han precipitado un proceso urgente: la deskirchnerización” En los archivos del diario seguramente se puede encontrar una frase similar a partir del 23 de septiembre pero refiriéndose a la desperonización.
EL SEGUNDO SEMESTRE
El gobierno llega a los siete meses de gobierno también con una paradoja: empresarios y CEOS, contra lo esperado, han logrado éxitos políticos parlamentarios con votaciones muy favorables, con una sorprendente facilidad y fracasos económicos considerables que según el lugar común liberal es su sapiencia. Partió de una situación de debilidad; un tercio de los diputados, un quinto de los senadores. Sobre la relación entre sentimientos y economía, desde el PRO, lo expresó claramente Hernán Iglesias Illa, subsecretario de comunicación quien dijo: “la izquierda tiene corazón pero no sabe de macroeconomía; la derecha, en cambio, sabe de macroeconomía pero no tiene corazón”. Y acotaba como si fuera un teorema: “los primeros que alcanzaran lo que le faltaba, lo que aprendiera, iba a triunfar”. Y concluye: “La izquierda sigue sin saber macroeconomía y el macrismo es la derecha con corazón”. Los ajustes brutales realizados en los primeros siete meses demuestran que la derecha tiene un corazón despiadado y sus recetas económicas suelen sumir a los países, al concluir un ciclo, en crisis profundas, desigualdades agigantadas, endeudamientos ilevantables, destrucción del aparato productivo industrial, desocupación significativa, emigración notable. A contrario sensu de lo que afirma el autor de “Cambiemos. Mauricio Macri Presidente. Día a día, la campaña por dentro”, la derecha carece de corazón y es ignorante en economía. En los primeros siete meses no hay un solo índice favorable: comparando junio contra junio la inflación es del 44%, la caída del PBI es del 4%, el endeudamiento aumentó alrededor de los 30.000 millones de dólares, y los salarios pierden aproximadamente 10 puntos. Comparando enero- mayo 2016, con igual período del 2015, la construcción cayó 10,9 % y la inversión un 3%. La recaudación impositiva de junio a junio aumentó un 24 % es decir que disminuyó realmente en relación a la inflación del mismo período 18 puntos, exteriorización clarísima de una recesión importante. El plan DADA (Devaluación, Ajuste, Deuda y Apertura) está en plena implementación. Reiterando: la desocupación crece, los pequeños negocios cierran, el hambre reaparece, los comedores solidarios no dan abasto, mientras a muchos de ellos el gobierno le suspende la asistencia; el endeudamiento nacional y provincial es feroz y el tarifazo deja al Rodrigazo como un cuento de hadas. Y encima se violenta el lenguaje afirmando que esto es gradualismo; y el tarifazo, sinceramiento.
Pero es preciso señalarlo claramente: el poder económico que respalda este intento con las lógicas fricciones internas, ha llegado para desbalancear definitivamente los dos modelos en pugna desde 1810. Y que el año que viene echará el resto con un pragmatismo descarado para ganar las elecciones legislativas del 2017, donde juega buena parte de su suerte política para el 2019. Y alguna de sus banderas proclamadas y casi nunca cumplidas de equilibrar el presupuesto quedarán archivadas hasta que las urnas respondan a sus deseos e intenciones. Como hizo la oligarquía durante la crisis del treinta que enterró su tradicional librecambismo y anti intervencionismo estatal para crear diferentes organismos de regulación como la Junta Nacional de Granos, la del algodón, de la yerba mate, la Corporación Argentina de Productores de Carnes (CAP), como mecanismos estabilizadores del mercado, amortiguando los efectos de la crisis. El Estado intervenía financiando la producción, fijando un precio mínimo y llegando a comprar lo que los productores no habían podido vender.
Según un cable de la agencia oficial Télam, Mauricio Macri, al igual que Carlos Menem en su oportunidad, ha dicho: “Si yo les decía a ustedes que todo esto que está sucediendo hace unos pocos meses iba a pasar, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio y ahora soy presidente”. La hipótesis esbozada no puede ser tomada como descabellada: después de demoler uno a uno los avances de la década pasada, llegará el momento de hacer durante unos meses populismo neoliberal aunque teóricamente parece un oxímoron. Si logran triunfar en las elecciones legislativas tendrán tiempo para ejecutar las materias pendientes de la demolición. Esa que incluye ya desde el remate a mediano plazo del sistema previsional, la liquidación del Fondo de Sustentabilidad que es un fondo anti cíclico que los neoliberales reclaman desde la oposición y veremos cómo lo liquidan desde el gobierno; y el giro de 180 grados en política exterior proponiéndose como el alumno aventajado de los EE.UU. Ni los cuadros, ni los bustos de la Casa de Gobierno ni el museo del bicentenario quedan igual. Este último que tiene un nombre sin ninguna reminiscencia partidaria, pasó a denominarse Museo de la Casa Rosada. En el mismo sentido escribió el periodista y economista Claudio Scaletta: “En sólo siete meses el nuevo régimen neoliberal indujo cambios que tendrán profundas consecuencias de largo plazo. Los más destacados son dos: haber sentado las bases para el desfinanciamiento del sistema previsional y la multiplicación del endeudamiento externo, ambas medidas tomadas con el apoyo mayoritario de la oposición parlamentaria, lo que permite hablar de un nuevo bloque histórico en sentido gramsciano. Dicho de otra manera: el régimen ya operó sobre los flujos pasados y futuros de los recursos públicos para conducir la economía a una situación de “déficit estructural”, lo que significará pérdida de grados de libertad de la política económica y dependencia del poder financiero global.”
La ofensiva basada en la pesada herencia que fue la mejor y más positiva transferencia de gobiernos de distinto signo en democracia, falsificando datos sobre lo recibido, a pesar de su proclamada apuesta a la verdad y veracidad de los datos, como la falsificación del déficit fiscal o las reservas recibidas en el Banco Central, era imprescindible para aplicar el gigantesco ajuste. Como vaselina extremadamente eficaz, la ofensiva anticorrupción, asentada en algunos hechos ciertos y otros grotescos, tiene como primer objetivo destruir al kirchnerismo. Pero el propósito es mucho más amplio: es enterrar al peronismo como modelo alternativo, aquel cuyas virtudes aseguraron su perdurabilidad de siete décadas y dejando sobrevivir un peronismo vegetariano para un bipartidismo del modelo agroexportador mixturado con el de rentabilidad financiera y vendido envuelto en un falso envase desarrollista.
Ese peronismo castrado es el encastre necesario para un modelo triunfador a prueba de sorpresas.
Ese es el objetivo, pero la historia no suele dejarse violar sin elaborar las respuestas a las propuestas elaboradas desde el poder económico. Pero para que la historia ayude hay que ayudarla. Las cosas no cambiarán sin luchas y defensa de lo conquistado, y reflexionando para que en el futuro los gobiernos populares no repitan errores, sobrepasen sus limitaciones y hagan políticas que amplíen su base de sustentación.
Volviendo sobre el déficit fiscal: para dar una cifra ampliamente exagerada, en forma ladina y arbitrariamente, cambiaron la forma de calcularlo disminuyendo ingresos (los derivados de la colocación de las reservas y del fondo de sustentabilidad) e incrementando egresos tomando los devengados.
Sobre el Fondo de Sustentabilidad y su próxima liquidación, el periodista Carlos Pagni escribió celebrándolo en La NACIÓN del 30 de junio: “El pago de la deuda con los jubilados cobija un cambio relevante del gobierno, dispondrá del Fondo de Sustentabilidad (FGS). Son 750.000 millones. Quienes imaginaron la jugada, con el vicejefe de Gabinete Mario Quintana a la cabeza miran el FGS como la única caja que dejó el kirchnerismo. Para ellos es un resabio del régimen de capitalización carente de sentido en el sistema de reparto”. Las empresas más importantes impulsan la medida para recuperar las acciones que en diferentes porcentajes las tiene el Estado. El gobierno de Macri no implica ningún peligro al respecto, pero el poder económico no quiere correr ningún riesgo ante la posibilidad de un gobierno de características diferentes.
Sobre el incremento de la pobreza se conoció un estudio realizado por Eduardo Chávez Molina, sociólogo e investigador del Instituto Gino Germani y Carlos De Angelis, sociólogo y profesor del Centro de la Opinión Pública que llegó a la conclusión que la pobreza en el Gran Buenos Aires de diciembre a abril creció del 23,8% al 38,2%. A su vez en la Capital Federal se incrementó 9,2 puntos. (Diario Perfil 12-06-2016)
LA BOMBA QUE BENEFICIA AL MACRISMO
Una situación económica angustiante encuentra en la corrupción ajena la forma de ocultar la propia y remar con viento periodístico a favor el desaguisado económico provocado. Todos los pronósticos le han fallado: ni los precios estaban ya contemplados en una devaluación del peso a un dólar a $16; ni llovieron las inversiones; ni en el segundo semestre se advierte que empiece la reactivación sino que se profundiza la recesión. Como meta a alcanzar en diciembre se espera estabilizar la inflación al nivel que la recibió. Resultado paupérrimo recordando que ésta es la batalla principal que se propuso el gobierno. Hacia el interior de la alianza, las tensiones son evidentes dada la relación empleador-empleado que impone el macrismo en relación al radicalismo. Encima son los que ponen la cara en los programas televisivos, con un antiperonismo tan apolillado como si estuviéramos en noviembre de 1955. La artífice de la alianza, Elisa Carrió, se asume como fiscal hacia adentro y hacia afuera de la coalición, pero con una mirada claramente sesgada. Tantas veces vaticinó que “vienen por la tierra y el agua” y ahora el gobierno que integra ha abierto la tranquera para que los inversores extranjeros eludan las exigencias y controles que estaban a cargo de la UIF y la AFIP y facilita la enajenación de terrenos con espejos de agua.
Cuando el entretenimiento de la corrupción ceda, el panorama que quedará ante los ojos será una versión potenciada del cuadro que Picasso realizó como consecuencia del bombardeo al pueblo vasco de Guernica. Un dibujo de Pati con texto de Rudy lo define con precisión; un periodista le pregunta Macri: ¿Cómo ve el segundo semestre? Y el presidente contesta: Si todo va bien, va a haber más trabajo, más inversiones y más recursos. Repregunta el periodista: ¿Y si todo va mal? Va a haber más López, más Báez, más Aníbal.
El homenaje realizado por el macrismo a Arturo Umberto Illía, a 50 años de su derrocamiento, es una especie de analgésico para el socio al que se le hace comer, diariamente, en el lenguaje PRO, en las habitaciones de la servidumbre. La hipocresía atravesaba el homenaje: muchos de los antecesores ideológicos de ayer, en su versión joven son hoy dirigentes del PRO. Muchos de los radicales ahí presentes, si hubieran sido contemporáneos del gobierno de Illía hubieran estado, conforme a su actual alineamiento, en la vereda de enfrente.
El malestar radical lo ha expresado el vicepresidente del partido Juan Carlos Marino: “El gobierno tiene que escuchar más y ver a la UCR como un socio…Esto es como un matrimonio si no nos generamos confianza, seguramente nos vamos a divorciar y es lo peor que podemos hacer”
LA BOMBA SACUDE AL PERONISMO
Una derrota produce profundos pases de factura, que se acentúan en un movimiento como el peronismo. El Frente para la Victoria puede considerarse línea interna del peronismo cuya expresión electoral es el Partido Justicialista que nunca fue un partido sino la maquinaria electoral del Movimiento. El pejotismo es la versión conservadora y degradada del peronismo. Abarca fundamentalmente a los que ejercen funciones ejecutivas ya sea en las gobernaciones o las municipalidades. En un país unitario como la Argentina los gobernadores e intendentes dependen del poder central. El macrismo rápidamente los regimentó financieramente con un trato mejor que el del kirchnerismo. Los legisladores sintieron la explosión de la mancha venenosa de la corrupción: 23 diputados se alejaron del Frente para la Victoria.
Cristina es el referente más convocante pero su figura, no reúne detrás suyo a la mayoría partidaria, sino a una minoría dura. Divide más que une. Por eso el macrismo quiere mantenerla libre y acosada política y judicialmente.
Mantienen en las gateras el caso Pérez Corradi y su negociada llegada al país y el as de basto del caso Nisman. El que la quiere ver presa y agotará los esfuerzos para lograrlo es Héctor Magnetto, un titiritero que está atrás y por encima de Macri.
Cristina hasta ahora ha manifestado fuertes déficit en la construcción política y una notable impericia como gerente de recursos humanos. Si repite ese comportamiento desde la oposición terminará rematando su capital político. Tiene mucho más liderazgo que aptitudes para la conducción política.
A su vez si todas las vertientes del peronismo no se unen y superan sus diferencias estructurales o coyunturales, la posibilidad de una derrota en el 2017 es una hipótesis altamente probable y abre la firme posibilidad de seis años más de CAMBIEMOS.
Al peronismo le pasa algo similar a lo que le sucede al radicalismo desde hace décadas: tiene capital electoral y distribución territorial, pero carece de un candidato presidencial que unifique y que sea taquillero. En este momento, el de mayor caudal electoral es el moderado y oportunista Sergio Massa. Este es al peronismo hoy, lo que fue Macri para el radicalismo en las elecciones del 2015.
Más allá de las miserias propias y la feroz campaña adversaria, el deterioro grave de la situación facilitará la reunificación de las fuerzas. En cambio una mejoría relativa mantendrá adherido al macrismo a gobernadores e intendentes de todos los matices del peronismo.
El macrismo hace realidad una frase de Alejandro Dumas: “Que felices fuimos en el tiempo que nos dicen que éramos tan desgraciados”.