El hilo de Ariadna es el símbolo en la mitología griega para salir indemne de un laberinto y puede ser útil para encontrar cierta coherencia en los hechos históricos. La leyenda cuenta que el Minotauro habitaba en un laberinto y exigía sacrificios de siete doncellas y siete jóvenes a ser devorados cuando irrumpe Teseo, el héroe de este relato. Ariadna se enamora del muchacho y le entrega un arma para luchar contra el Minotauro y un hilo para que lo desplegara en su recorrido y que en el caso de que triunfara, pudiera salir del laberinto. Teseo mata al minotauro y el hilo de Ariadna le permite encontrar la salida.
En nuestro país Teseo no mata al Minotauro ni el Minotauro a Teseo que se quedan encerrados en el laberinto y cada vez que Teseo parece encontrar la salida, el Minotauro lo hace retroceder a profundidades más lejanas de la puerta de salida. Cada vez que el Minotauro encuentra el camino para clausurar definitivamente la caverna, algo ayuda a Teseo, a continuar la lucha.
El hilo de Ariadna sirve en nuestro país para encontrar en el desorden de los hechos un camino coherente para enhebrarlos, en forma opuesta a ambos lados de la fractura. Así por ejemplo hay un hilo de Ariadna que une a la multitud que se concentró el 11 de octubre de 1955 en la conmemoración de Corpus Christie donde toda la oposición se aglutinó militantemente contra Perón y luego emprendieron una marcha desde la Catedral al Congreso. Se escucharon estribillos que son antecesores de las que en marchas antiperonistas actuales, en cacerolazos y concentraciones cantan: “Los trajeron en micros por el pancho y la coca” Hace 64 años cantaban: “No venimos por decreto, ni nos pagan el boleto”.
La Revolución fusiladora reivindicó la línea Mayo- Caseros, adoptó la historia escrita por Mitre, que es el relato de los triunfadores de la guerra civil, donde se sube a un pedestal a Rivadavia, representante de los intereses de los comerciantes importadores, emblema de los intereses portuarios considerándolo el “más grande hombre civil en la tierra de los argentinos, redujo a San Martin a valorarlo sólo por sus méritos militares, colocándolo en la misma línea de Rivadavia, cuando eran enemigos irreconciliables, achicó a niveles liliputienses a caudillos populares de la magnitud de Artigas y Dorrego, denostó a las caudillos provinciales norteños, tuvo una visión extranjerizante y de patria chica. La idea sarmientina de civilización y barbarie donde los triunfadores de la guerra civil eran la civilización y los vencidos la barbarie, donde los libertadores del 55 eran el progreso y el peronismo el atraso, llevó a que los civilizadores no tuvieron escrúpulos en los medios en la medida que eso garantizara el triunfo de la civilización porque el fin era terminar con la barbarie. “Civilizadamente” se podía bombardear a la población civil si eso permitía terminar con el tirano, fusilar clandestinamente en nombre de la libertad y proscribir a las mayorías populares en representación de la democracia. Los republicanos fueron socios de todos los golpes, instigadores y cómplices del terrorismo de Estado y se sintieron representados por gobiernos en donde el patriotismo y la soberanía fueron olvidados. Así Alfredo Martinez de Hoz, el mandamás y Ministro de Economía de la dictadura establishment-militar elogió a Domingo Cavallo, Ministro de Menem, y el mediterráneo elogió la política económica de Mauricio Macri. No son los elogios recíprocos sino los hechos los que los coloca del mismo lado de la fractura. Como le dijo el ensayista y escritor Horacio González al escritor y político Mario Vargas Llosa hace unos años: “Deberé insistir una vez más que donde usted, Vargas, ve barbarie, hay civilización”.
Aún en el lenguaje se puede encontrar un hilo de Ariadna. Así, si en la Marcha de la Libertad, prácticamente el himno de la Revolución Fusiladora, se dice: “De la paz con tu sangre conquistada/ Cantarás con nosotros camarada/ De guardia allá en la Gloria Peregrina/ Por esta tierra de Dios tuviera/ Mil veces una muerte Argentina/ Mil veces una muerte Argentina” Durante la dictadura establishment-militar, 21 años después, en Europa se conoció la figura del desaparecido como la muerte argentina.
TESEO Y LA GUERRA DE LA TRIPLE INFAMIA
Un hecho histórico que establece claramente la divisoria de aguas de los posicionamientos a ambos lados de la fractura es la guerra genocida contra el Paraguay comandada por Bartolomé Mitre, quien escribió la historia y sigue presente desde las páginas del diario La Nación, que fundó al terminar la guerra para que fuera su guarda espalda, tarea que ha cumplido con aplicación y eficacia oponiéndose a todos los gobiernos populares, apoyando a todo los golpes de estado, y que ahora asoció su canal de televisión a Mauricio Macri y amigos, contratando un grupo de periodistas mucho más que militantes, un verdadero grupo de tareas que no por eso dejan de pregonar que son apóstoles de un periodismo independiente.
Paraguay era en la sexta década del siglo XIX, el país más desarrollado del sur del continente. Sin analfabetos ni deuda externa, con altos hornos y ferrocarriles, el país gobernado durante décadas por José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López, y su hijo Francisco Solano López. Según Magdalena López del Instituto Gino Germani: “El período del primer López significó un gran despliegue de potencialidades estatales que cubrieron al mismo tiempo la creación de una constitución, la estructuración de una forma de gobierno, el desarrollo de una matriz productiva relativamente original, el intento de formar parte de la región como una unidad soberana autónoma, la patrimonialización mediante adquisición de edificios para la administración nacional, etc”. El Estado poseía la propiedad de la casi totalidad de la tierra de cultivos, de praderas y bosques y tuvo un papel fundamental, incluso en ocasiones de monopolio de producción y comercialización de bienes. Arturo Jauretche escribió: “Paraguay era una potencia porque tenía ferrocarril cuando aquí no había un metro, líneas telegráficas, fábricas de armas, altos hornos, fábrica de vidrio, astilleros. Que en lugar de importar inmigrantes, mandaba a sus hijos a aprender la técnica de Europa, ingenieros, doctores, militares. Pero que esos hijos habían aprendido primero a ser paraguayos, de lo que tenían orgullo, orgullo que demostraron muriendo heroicamente el noventa por ciento de su población masculina en la guerra que vino después” (Política y Economía Página 125 Peña Lillo Editor, Buenos Aires 1987). El Estado ejercía una especie de monopolio del comercio exterior en sus dos principales productos, la yerba y el tabaco.
Paraguay era un pésimo ejemplo para Inglaterra, y para los comerciantes importadores de Buenos Aires y Montevideo que no podían llegar con sus productos británicos por el férreo proteccionismo paraguayo, a lo que se sumaba las ambiciones territoriales de la monarquía portuguesa, asentada en el Brasil, tradicional aliada de Inglaterra. Gran Bretaña había intentado ocupar Buenos Aires en 1806 y 1807, lograr la internacionalización del Río Paraná en 1838 y 1845, en alianza con Francia, las dos potencias más poderosas del siglo XIX. La guerra de guerrillas desarrollada desde la ribera del Paraná a lo largo de buena parte del río frustró el intento imperialista. Cuando el único aliado de los paraguayos era el gobierno del partido Blanco de tendencia federal en la Banda Oriental que fue derrocado por una invasión de liberales uruguayos del partido Colorado comandados por Venancio Flores con la instigación de Bartolomé Mitre y el apoyo brasileño, Solano López intervino en defensa del gobierno derrocado y le declara la guerra al Brasil. El gobierno de Mitre proclama una falsa neutralidad y no les permitió a las tropas paraguayas el paso por Corrientes, por lo que también le declara la guerra a la Argentina. Bartolomé Mitre condujo los ejércitos aliados de la conocida oficialmente como la triple alianza. Sus pronósticos resultaron absolutamente infundados, muestra que desconocía la fortaleza que pretendían arrasar. Afirmó: “En 24 horas a los cuarteles, en quince días en campaña, en tres meses en Asunción”. La resistencia del pueblo paraguayo fue heroica y posible por el poderoso Estado conformado y la estructura económica desarrollada. Los tres meses prometidos en Asunción se transformaron en 6 años (1864-1870) y se convirtió en la contienda más larga y sangrienta en la historia de América Latina. Se exterminó dos tercios de la población paraguaya. Expresó la escritora Alicia Dujovne Ortiz: “Casi toda la población masculina del Paraguay muere. Al promediar los cuatro años de guerra, pelean por la patria, los ancianos, los niños y las mujeres”. Francisco Solano López muere de un disparo el primero de marzo de 1870 cuando tenía 43 años, en el combate de Cerro Corá junto a su hijo mayor, el coronel Juan Francisco López de 14 años, conocido como Panchito. Eliza Alice Lynch, la Madama primero, la Mariscala después, su amante primero, su mujer después, la madre de cuatro hijos, que lo acompañaba en las batallas, cuya historia es una gran novela y fue la primera de las grandes mujeres que interpretó radialmente Evita, cuando lejos estaba de imaginar que sería una de ellas, se pone un arrugado vestido de baile para enterrarlos con sus manos abriendo en la tierra el foso. Lo cuenta Felipe Pigna: ‘…Su hijo mayor, Panchito, de 14 años, fue fusilado mientras intentaba cubrir la retirada de su madre y sus hermanos pequeños. A Elisa Lynch le tocó dar la última batalla de esta guerra miserable y despareja. Con toda su enorme dignidad, descendió de su carro, cargó el cadáver de su hijo y buscó el de su marido. Cavó con sus manos una fosa y enterró los dos cuerpos y parte de su vida.”
Teseo escucha la terrible derrota en la inspiración del poeta argentino Guido y Spano, que puso en versos el genocidio del Paraguay: “Llora, llora urutaú, / en las ramas del yatay,/ ya no existe el Paraguay/donde nací como tú/ ¡llora,llora urataú.”
Paraguay nunca pudo recuperar lo destruido, el genocidio se expresa en el desbalanceo poblacional entre hombres y mujeres, y está entre los pueblos más pobres. Lo acompaña en su destino de país eternamente castigado Haití que fue el primer país del Caribe y América Latina que proclamó su independencia al iniciarse el año 1804. Fue conocida como la primera república negra y el primer país en abolir la esclavitud. Figuras como las de Jean-Jacques Dessalines o Alejandro Petíon que asiló y financió en derrota a Simón Bolívar permanecen ninguneados, ocultos en la historia de la Patria Grande.
Haití es hoy el país más pobre de América latina. Estos son dos ejemplos en donde finalmente los de mayor poderío se impone y determina un largo y penoso futuro. Pero esto no necesariamente es inexorable. El futuro siempre es una página abierta donde el resultado está por escribirse.
LOS GOBIERNOS POPULARES REPARAN CON GESTOS LA INJUSTICIA
El tratado secreto firmado a la finalización de la guerra estableció una suma impagable al Paraguay en concepto de resarcimiento de los costos de la guerra. Hipólito Yrigoyen condonó la deuda el 19 de junio de 1922. A su vez Perón devolvió los trofeos apropiados durante la guerra el domingo 16 de agosto de 1954 (banderas, cañones, los sables) Perón los calificó como trofeos de la vergüenza. Pronunció entonces un discurso en la Plaza Juan de Salazar en donde dijo: “Vengo como un hombre a rendir homenaje al Paraguay en nombre de su sagrado Mariscal Francisco Solano López y hago llegar el abrazo del pueblo argentino a esta patria tan respetable y tan querida. En nombre de esa amistad y de esa devolución del pueblo argentino, pongo en manos del mandatario de este pueblo, como las reliquias, el testimonio de nuestra hermandad inquebrantable.”
En la operación retorno de 1972, Perón dijo que su pasaporte paraguayo iba a utilizarlo hasta la muerte y declaró que el ejército paraguayo era “el más glorioso de América, sin desear herir susceptibilidades ni crear suspicacias sino para manifestar algo que sentía y lo exaltaba sin ambages.” No sólo era un reconocimiento sino una crítica incisiva al gobierno militar de Alejandro Lanusse, que no le reconocía su grado de teniente general.
El 13 de agosto del 2014, al cumplirse 60 años de la restitución de trofeos realizados por Perón, Cristina Fernández viajó al Paraguay y reintegró los objetos que pertenecieron al presidente Francisco Solano López, los cuales habían sido robados por el ejército mitrista en los saqueos que se perpetraron al finalizar la guerra (sofá, cinco butacas, dos sillones, una mesa, un escritorio, un espejo y un armario).
Teseo aplaude y se identifica con los tres representantes que encabezaron gobiernos populares y que intentaron reparar simbólicamente lo irreparable del genocidio.
BRUTALIDADES A AMBOS LADOS DE LA FRACTURA
Ni Teseo es un dechado de virtudes ni el Minotauro condensa todos los defectos y tropelías. Los procesos históricos deben ser juzgados en función de su totalidad y si el saldo que arrojan fue beneficioso para el país y el pueblo. La historia almibarada es un cuento, no un relato histórico. En el campo nacional y popular hay manchones que no pueden ser abordados sino en forma crítica. La semana Trágica de enero de 1919 y el fusilamiento de los peones rurales en la Patagonia en 1920/1921, durante el primer gobierno de Yrigoyen El culto a la personalidad, el duelo obligatorio, la adscripción partidaria solicitada en muchos casos, la Sección especial de investigaciones de la Policía Federal durante los dos primeros gobiernos peronistas con personajes siniestros como Cipriano Lombilla y José Faustino Amoresano, la masacre de Rincón Bomba en 1947.
En el tercer gobierno peronista, es una mancha enorme el grupo criminal de la Triple A, figuras siniestras como José López Rega, los comisarios Rodolfo Almirón, Alberto Villar, Juan Ramón Morales.
En el kirchnerismo la desaparición de Julio Jorge López no imputable al gobierno pero que nunca fue esclarecida.
Incluso en el Paraguay de los López hay hechos muy negativos, la esclavitud fue abolida tardíamente. Y como sucedió muchas veces en el Río de la Plata, un grupo de paraguayos lucharon contra su país en la Guerra de la Triple Alianza bajo el nombre de Legión Paraguaya.
Siendo hechos gravísimos están muy lejos de alcanzar la dimensión del asesinato de Dorrego que adelanta el de Juan Jose Valle en 128 años, ni de bombardear Plaza de Mayo, ni de proscribir a las mayorías, fusilar en Trelew, ni de sembrar de campos de concentración el territorio nacional, el usar al Estado como terrorista, ni de aliarse con potencias extranjeras.
Pero en lo positivo Teseo le saca enorme distancia al Minotauro. Eso es lo que finalmente hace una enorme diferencia. Si embargo en este laberinto donde ninguno triunfa definitivamente y la convivencia es extremadamente inestable, la destrucción que periódicamente perpetra el Minotauro obliga a Teseo a partir de niveles más bajos por lo que el empate hegemónico, según la caracterización del ensayista Juan Carlos Portantiero, en realidad es una goleada del país Minotauro al país Teseo.
EL HILO DE ARIADNA A AMBOS LADOS DE LA FRACTURA
Los hechos se encadenan en forma desordenada a ambos lados de la fractura y el hilo de Ariadna los ordena y les da un sentido. Teseo y el Minotauro conviven en un empate desigual. Si alguna esperanza abonada de buenas intenciones persistía, la pandemia demostró que aún en un caso extremo y generalizado, el Minotauro ha utilizado los argumentos más arbitrarios e indignos, más contradictorios y absurdos, para destrozar a Teseo. Ariadna hace mucho que espera en la entrada al laberinto. Más vieja, más deteriorada, más pobre, con el horizonte oscurecido.
En la leyenda, Teseo triunfa y el hilo lo ayuda a salir del laberinto.
Los escépticos, el establishment y sus medios, sostienen que es una leyenda y es mentira que Teseo triunfa. El Minotauro es invencible afirman.
Los optimistas se imaginan que las causas justas al final triunfan. Que Teseo ganará definitivamente. En el relato mitológico la historia no tiene un final de Hollywood: Teseo abandonó a Ariadna dejándola dormida en Naxos y Dioniso la redescubrió y se casó con ella. Esa es la parte más leyenda de la leyenda.
Nada está definido. El futuro está por escribirse. Pero como dijo Henri Bergson, filósofo francés, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927: “El futuro no es lo que va a venir, sino lo que nosotros vamos a hacer”.