Ayer se cumplieron 115 años de su nacimiento. Aquí se reproduce un articulo que Jauretche escribió en noviembre de 1955 en la publicación «El 45». Buscan generar «desocupación y miseria por un puñado de dolares» decía en aquel momento. Hoy la historia parece repetirse.
Arturo Jauretche, nació en la ciudad bonaerense de Lincoln el 13 de noviembre de 1901. Fue un pensador, escritor y político argentino.
Jauretche valoró la experiencia peronista positivamente, a pesar de ciertas disidencias con Perón. Durante el gobierno peronista fue Director del Banco de la Provincia de Buenos Aires (1946-1950), desde donde promovió una política de apoyo a la empresa nacional. Renunció en 1950 por disidencias con el nuevo equipo económico de Perón y se retiró a la vida privada.
En Noviembre de 1955, Jauretche escribio un articulo en el que denuncia que, por medio del “Plan Prebisch”, desde el gobierno militar, buscan generar «desocupación y miseria por un puñado de dolares» y agregaba: «la economía se juzga por sus resultados. Y si éstos comprometen el nivel de vida popular, es mala«.
De la nota de tapa de “El 45”, Año I N° 2, Noviembre 30 de 1955.
“El Peronismo se dirige al país”
DESOCUPACION Y MISERIA POR UN PUÑADO DE DOLARES
Ese es el Programa que ofrece Prebisch. Nosotros no sabemos con exactitud si hay un “Plan Prebisch” o si no hay tal “plan” y todo se reduce a una reforma cambiaria. Pero eso no es importante ni le interesa al pueblo. Con “Plan” o sin “Plan” lo que interesa es cómo y en cuánto va a gravitar sobre el costo de la vida el hecho de que el Sr. Prebisch haya sido, primero, llamado por el gobierno provisional del general Lonardi y luego confirmado por el del general Aramburu como “asesor económico-financiero” del gobierno.
Y podemos afirmar sin temor a ser desmentidos por los hechos que la “reforma cambiaria” o el “plan” del Sr. Prebisch incidirá en el aumento del costo de la vida en una proporción no inferior al 30%, el que sumado al 10% como mínimo que ese costo vital se elevó durante los seis primeros meses del año en curso, presentará a la clase trabajadora, que es la mayoría de la población, el siguiente problema: que trabajando 24 días por mes para cubrir sus necesidades mínimas durante los 30 días en que se come y se paga el alquiler de la casa, el pueblo tendrá una suma de dinero correspondiente a lo que necesita imprescindiblemente gastar durante 18 días, vale decir que tendrá que “correr la liebre” durante 12 días por mes. Si no son más.
LOS ARTICULOS DE CONSUMO POPULAR SE IRAN POR LAS NUBES
Los artículos de consumo popular se irán por las nubes. El jabón, por ejemplo, que incluye el uso de soda cáustica en su fabricación, va a resultar artículo de lujo… Nosotros no somos economistas ni entendemos de técnica financiera más aquello que dice respecto a nuestro presupuesto familiar, pero entendemos perfectamente, y lo entendemos porque nuestra propia experiencia nos lo dicta con una lógica que no tiene ni admite réplica, que los industriales trasladarán el costo de las materias primas al precio de venta y que éste crecerá en la proporción exacta en que los precios van a aumentar.
¿Y la carne? A los productores se les va a dar tres veces más pesos en moneda nacional por cada kilo de carne exportada. Eso no significa que el país consiga más dólares por su exportación. En 1936 exportábamos casi 600.000 toneladas; la exportación de 1954 no pasó de 200.000. Esas 400.000 toneladas fueron al consumo interno, elevando la dieta del pueblo de acuerdo a una política que tomaba al pueblo como objetivo fundamental de sus preocupaciones. ¿Y ahora? Vamos a exportar más, recibiendo el mismo precio en dólares o libras, pero el consumo va a disponer de menor cantidad de carne y a precio más elevado… tendremos que pagar por ese artículo básico en nuestra alimentación dos o dos veces y media más que actualmente.
¿Y la ropa? Los exportadores de lana recibirán más pesos por su exportación, aunque reciban los bancos la misma cantidad de dólares. La lana producirá entonces para sus productores más pesos. ¿Pero quién los pagará? Los compradores extranjero no, porque dan la misma cantidad de dólares por el kilo o la tonelada de lana. Lo pagará el pueblo que tendrá que comprar un traje a precios que estarán fuera del alcance de sus posibilidades económicas.
DESOCUPACION Y CARESTIA
Las medidas que preconiza el Sr. Prebisch darán, inevitablemente, como resultado inmediato dos fenómenos que están íntimamente ligados entre sí. De un lado provocarán la elevación del costo de vida; por el otro una desocupación masiva en la totalidad práctica de la industria nacional… Un costo mayor de la vida, sin la compensación de una valoración proporcional en el promedio de los salarios da como consecuencia directa y en razón de la “incapacidad adquisitiva” de los consumidores la liquidación del mercado interno de productos industriales nacionales. Esto, traducido al lenguaje de todos los días, quiere decir cierre de fábricas y talleres y despido en masa de obreros industriales.
Desde el punto de vista social y político, el Sr. Prebisch recomienda “la vuelta al campo” como solución. Pero la vuelta al campo ¿para qué? Para aumentar la producción de trigo, maíz, cebada, etc., es decir de artículos que están en plena crisis de superproducción en el mundo y cuyos precios internacionales varían día a día. Los obreros industriales del país, pues, tendrán que olvidar la técnica y regresar a las tareas agrícolas.
CON UN PUÑADO DE DOLARES SE PODRA COMPRAR CUALQUIER COSA
Otra de las consecuencias más graves del “plan” o el “no Plan” del Sr. Prebisch es que se abre de par en par la boca de saco de la economía nacional a los usureros de cualquier parte del mundo. Con las industrias en crisis, con el valor del peso reducido a menos de la mitad, con el aumento de la producción del sector que tiene menos demanda en el mercado internacional y con el fantasma de la desocupación gravitando permanentemente sobre las masas argentinas, cualquier aventurero de cualquier parte del mundo, con sólo disponer de un puñado de dólares, podrá adquirir en el país valores forjados por el esfuerzo de nuestro pueblo a precio de liquidación.
¿Se puede hablar de capacidad de resistencia de nuestras industrias en las condiciones a que serán reducidas por el plan Prebisch? Sería ridículo sólo pensar en ello. Cuando mediante una política económica determinada se busca a liquidación de la industria, lo que se está haciendo en realidad es convidar a los caranchos a que se disputen sus restos. Y esto lo vamos a ver a corto plazo en nuestro país.
Nosotros sostenemos que una política económica es buena cuando propende a la ocupación total y a la redistribución por parte de los poderes públicos de las ganancias generales, permitiendo que el pueblo en su conjunto, mediante el trabajo humanizado, goce de un nivel de vida humano. Y consideramos que una política económica es mala cuando propende a la desocupación, a la liquidación de las capacidades de las fuentes de trabajo y al regreso masivo a la agricultura.
Por muy técnica que sea, por más genial que se presente, la economía se juzga por sus resultados. Y si éstos comprometen el nivel de vida popular, es mala. Si lo consolidan, es buena.